Mi primer año de vida lo pasé en un campo, atado a una cadena de un metro sin contacto con ningún animal o persona. Un día conseguí romper la cadena y me encontraron por la autovía.
Por las condiciones en las que viví, desarrollé un comportamiento compulsivo de dar vueltas sobre mí mismo y a veces morderme la cola. Eso solo lo hago cuando una situación me supera, pero con la ayuda de mi educadora he aprendido a gestionar mejor las situaciones.
Todavía tengo mucho por avanzar, pero sin la oportunidad de estar en una casa, no puedo.
Me encanta la calle, la playa y el campo y, cada vez más, estoy interesado en interactuar con otros peludos. Convivo con una hembra y nos llevamos fenomenal.
Me encantan los juegos de olfato, los mordedores y la propiocepción. Soy un perro deseoso de agradar a las personas y super fiel.